Autor: <span>Aralar1</span>

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ENTREVISTA EN RADIO PATAGONIA DE ARGENTINA

De la mano de nuestro gran amigo Aritza Bergara, nos realizaron esta bonita entrevista desde la Argentina, en Radio Patagonia. Esperamos que disfrutéis.

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ARBOL CALAFATE EN EL PARQUE NACIONAL DE TIERRA DE FUEGO EN LA PATAGONIA ARGENTINA
Árboles

2 DE OCTUBRE PROPUESTA DE RUTA

Desde la Asociación Cultural Hojarasca, queremos aprovechar la llegada de una de las épocas más atractivas en el bosque, como es el otoño. Para ello hemos diseñado un pequeño paseo, para el próximo sábado 2 de octubre, en el que os proponemos disfrutar de la belleza que el bosque nos ofrece. La ruta es sencillísima, apta para todos los públicos, en un paraje idílico como es cromlech de Oianleku, dentro del Parque Natural de Peñas de Aia-Aiako harriak.

La duración de la ruta es de aproximadamente 3 horas, en las que caminaremos pausadamente por un desnivel de unos 200 metros, y 5 kilómetros de distancia, aproximadamente en total. El precio de la excursión es de 8 euros los adultos y 4 los niños de 5 a 14 años.

Os ofrecemos la oportunidad de conocer un poquito las tradiciones, la mitología, los usos y creencias de diferentes tipos de árboles y plantas que habitan el bosque. Pero no sólo tendremos la oportunidad de conocer algo más sobre estas especies, sabremos de la historia y mitología del cromlech, de los secretos de Mari, de Roldán, de Basajaun, y más sorpresas a desgranar pausadamente en el paseo. ANÍMATE.

Quedaremos a las 9:30 horas, en el aparcamiento del campo de fútbol de Oiartzun (Iurrita bidea, 10). Desde allí subiremos, cada uno en su coche, hasta el aparcamiento de Kauso, a unos 12 kilómetros de Oiartzun, desde donde arrancaremos la ruta.

Recomendable:

-ropa y calzados adecuados

-agua y algo de comida (hamaiketako)

-bastones

-chubasquero o paraguas (por si fuese necesario)

Para más información no dudes en contactarnos:

info@achojarasca.com

666 53 11 46 – Gabi

606 30 44 52 – Aitor

Árboles

OTOÑO: La magia de los Bosques

OTOÑO EN ARALAR

Hayas, robles, abedules, arces o castaños, siguiendo su telúrico ciclo, sin prisa, componen estos días, una armónica paleta de tonos cautivadores, enigmáticos, desplegando mil y un matices de ocres, marrones y amarillos que pintan las laderas de nuestras montañas, anunciando a los cuatro vientos que ha llegado el otoño.

Algo magnético, inexplicable, profundamente atractivo, nos lleva a buscar la magia del bosque, a sumergirnos en su arcaico susurro, a dejar que la hojarasca acaricie nuestras viejas y gastadas botas, algo en lo más profundo de nuestro ser nos conecta con ese ancestral ritmo natural, nos lleva a escuchar el rumor del viento en las ramas de los árboles mientras nuestro espíritu se sumerge en la inmensidad de los bosques, es la magia del otoño.

Es el momento en que la naturaleza se prepara para el invierno, poco a poco, los hombres y rebaños, van descendiendo en busca del calor y la seguridad de los valles, los árboles comienzan a replegar su savia y los habitantes del bosque hacen acopio de víveres para el invierno. 

También nosotros, poquito a poco, nos sumergimos en nuestro propio interior, buscando esa esencia que a menudo se nos esconde, como queriendo pasar desapercibida ante el maremagno del ritmo diario.

Es tiempo de saborear la otoñada, de admirar los cielos casi irreales que nos traerá el viento sur, antes de dejar que la montaña se quede sola consigo misma, y busquemos refugio en la calidez del hogar, desgranando leyendas de nuestros mayores, junto al fuego.

Escapémonos a la libertad de las cumbres, a sentir en nuestras venas la ancestral magia de los bosques, a buscar siquiera, por unos efímeros segundos, nuestro yo más profundo, al fin y al cabo somos naturaleza.

Árboles

Árboles singulares: El Roble de Ondategi

ROBLE DE ONDATEGI

Las enormes ramas del soberbio roble se abrían en todas las direcciones, en una sutil invitación a cobijarnos bajo su telúrica sombra. Su enorme tronco, se alzaba orgulloso de su esencia centenaria, dispuesto a fundirse en un atávico abrazo interminable con nuestra alma errante. Un sinfín de texturas, de tonos, de armonía en sus formas creaban un espectáculo impresionante, un espectáculo que tan solo la naturaleza es capaz de crear.

Allí plantado en mitad del prado, el roble de Ondategi ha sido testigo mudo de cientos de historias, de gentes, de guerras y romerías, testigo mudo de lo que somos.

BELLEZA

Este impresionante árbol se eleva en la campa de Sarragoa, en las afueras del concejo alavés de Ondategi, perteneciente al municipio de Zigoitia. Entró a formar parte de la categoría de árboles singulares de especial protección en el año 1997, esta categoría la creó el Gobierno Vasco tras un estudio, para la salvaguarda de determinados ejemplares que necesitaban de esta especial protección.

El de Ondategi es un roble pedunculado, este termino hace referencia al rabillo de sus bellotas, también son conocidos con el nombre científico de “Quercus robur”, el término “quercus”, parece ser un vocablo de origen celta que significaría “árbol hermoso”.

BELLOTAS

Y no andaban mal encaminados los celtas, por cierto, el roble era uno de sus árboles más sagrados. La hermosura del roble de Ondategi es sobrecogedora, una hermosura hechizante, que de alguna misteriosa forma atrajo durante años, y sigue atrayendo, a quienes hemos acertado a vagabundear bajo su copa. Hasta que la guerra civil española lo impidió, cada 10 de agosto, se realizaba una tradicional romería amenizada con bailes bajo su copa.

EL IMPRESIONANTE ROBLE

Las medidas del roble impresionan, su altura ronda los 20 metros, y su diámetro de copa los 30 metros, su perímetro los 4,9 metros a una altura de 1,3 metros desde la base. La forma del roble es adehesada, ya que sus bellotas alimentaron tanto a animales como a humanos. Hoy una valla de madera protege al viejo roble, para que, durante muchos años, siga compartiendo con nosotros su sabiduría ancestral. Su sabiduría labrada por el paso de los siglos, pero también por el paso de las gentes, que durante siglos se han dejado seducir por su magia, y que, de alguna misteriosa forma, son también parte del roble.

ROBLE DE ONDATEGI

Como verán, razones le sobran al roble de Ondategi para formar parte del catalogo de árboles de especial protección, esperemos que de resultado. Mientras acerquémonos a Ondategi, acerquémonos a charlar con el viejo árbol, él está allí esperando a que nos sentemos respetuosamente a su sombra, esperando a compartir con nosotros toda su atávica esencia.

Etnografía

Majadas pastoriles, joyas etnográficas

MAJADA DE OIDUI

Los muros pétreos de la vieja chabola resisten a duras penas el paso del tiempo, de la ignorancia y de la dejadez. Testigos mudos de un mundo en vías de extinción, aguardan a que nos acerquemos a su sombra, para relatarnos quedamente, las viejas historias de la montaña.

Y es que no sería posible casi ni imaginar, como serían las hermosas montañas que tanto amamos, sin la presencia de, tal vez, los últimos representantes de un viejo oficio que hunde sus raíces en el neolítico, el pastoreo. Figuras indivisibles de nuestros telúricos parajes, el pastor con su vara de avellano, acompañado de su fiel perro, oteando sabiamente el horizonte, mientras custodia su rebaño de ovejas. Herederos de un impresionante mundo en el que se unen sabiduría tradicional, conocimientos de la naturaleza que les rodea, observación meteorológica, y un ancestral modo de ver y entender la vida.

PASTOR HILANDO

Las majadas pastoriles son auténticos tesoros etnográficos, que aún hoy, con los lógicos cambios que la modernidad impone, podemos saborear. Un autentico libro abierto hacia nuestro pasado que podemos disfrutar con la tranquilidad del tiempo, charlar con los pastores, beber de su arcaica sabiduría.

Un elemento fundamental en el pastoreo, son las majadas, conozcámoslas un poquito más. En ella se recoge el rebaño durante la noche, y es el lugar en el que, aun hoy en día, el pastor vive durante los meses calidos. Suelen estar ubicadas en lugares al cobijo de los vientos, acurrucadas en las vaguadas de las montañas, y cerca de alguna fuente o manantial. Generalmente suelen constar de una o varias chabolas para la habitabilidad del pastor, y una serie de añadidos como la huerta, el redil, la propia cuadra para las ovejas, o las chabolas de los perros. También era común tener un apartado destinado al gallinero y otro en el que se criaba algún cerdo. Un recinto particular era el llamado “gausarea”, un gran cerramiento con muros de piedra, donde se guarda el rebaño cuando acechaba el lobo.

MAJADA EN ARALAR

Las chabolas se construían con muros de mampostería, tenían techumbres vegetales de hierba sujeta con ramas entrelazadas, las puertas de acceso eran bajitas y en algunas, dos troncos se cruzaban en tijera sobre ellas. Esta antigua costumbre de cubrir las chabolas de las majadas con techumbres vegetales, hunde sus raíces en lo más profundo de nuestras viejas costumbres, se creía que el uso de la teja simbolizaba propiedad, y siendo chabolas comunales como eran, no se concebía el uso de la misma. Eran tiempos en los que la solidaridad y la ayuda mutua eran fundamentales para la supervivencia en la dureza de estas montañas, y estas chabolas eran imprescindibles para estos antiguos montañeses. Tal vez una bonita lección para el hombre actual, habitante de un mundo totalmente individualista. Por motivos prácticos se fue perdiendo poco a poco esta costumbre y se impuso el uso de la teja para las techumbres. Chabolas de techumbre vegetal se dan en otras culturas atlánticas como los bellos “teitos” de Somiedo, en Asturias, las “pallozas” gallegas como sucede en O Cebrerio, o en los antiguos castros gallegos y asturianos.

CHABOLA EN EL CASTRO DE SANTA TECLA, GALICIA
BRAÑA EN SOMIEDO, ASTURIAS

En las majadas, aún hoy, no suelen faltar un buen número de árboles, bajo los que sestean los rebaños en los días calurosos. Hayas, nogales y sobre todo fresnos, uno de los grandes árboles sagrados de la tradición europea.

El fresno es un árbol que alcanza una altura considerable, a la vez que posee unas profundas raíces. Estas características le han llevado a ser considerado como un árbol “intermediario”, por estar en contacto con el subsuelo, morada de genios y de las almas de los antepasados, y con el cielo, morada de las deidades. El fresno tiene, además una función, practica, ya que es un árbol que atrae los rayos, evitando de esta forma que caigan en la chabola. Su forraje es muy apreciado por las ovejas, y se les suele podar cada 2 años.

REBAÑO DE OVEJAS

El interior de la chabola del pastor, solía ser de planta rectangular, los huecos de los muros, se rellenaban con barro para evitar la entrada del aire. El suelo era de tierra prensada o de madera, hoy ya suele ser de loza o cemento. La puerta de la chabola daba acceso a un recinto donde se desarrollaba la actividad del pastor, se llamaba “estalpea”, y allí es donde estaba el fuego bajo y los enseres del pastor, tanto para cocinar como para la elaboración del queso. También algo de mobiliario para uso cotidiano, como una mesita o algún banco. Se accedía a otra sala llamada “kaamaña”, mediante una puerta baja. En ella es donde dormía el pastor, en un camastro antiguamente fabricado con brezo, además tenían una “kutxa” o cofre para guardar la ropa. Finalmente y separada de la anterior con un muro de enramada de fresno, se localizaba otra estancia llamada “gaztategi”, donde se almacenaban los quesos en estantes de madera, y que contaba con un ventanuco abierto a la fachada norte, para el secado de los mismos.

MAJADA DE OIDUI

La entrada de la chabola, se solía orientar en una componente Este o bien Sureste, mirando al levante, quizás resquicios de antiguos cultos solares. La chabola solía presentar numerosos elementos de carácter protector, como cruces de madera, “eguzkilores”, imágenes de Cristo, medallas o estampas de santos, así como ramos de fresno o espino, en una impresionante simbiosis cultural. Las solían colocar los propios pastores cuando subían a la chabola en primavera para protegerse de rayos, incendios,…

UTENSILIOS PASTORILES

Pocas majadas quedan hoy tal y como las hemos descrito, pero sin duda alguna, todas ellas guardan, el poso, la esencia de una vieja cultura nacida en las montañas.

Corramos antes de que la desidia las destroce, escuchemos su susurro ancestral, sabio, seremos testigos de la tradición, de la historia, de la belleza.

Rutas

RUTA: Calzada de Enirio, el secreto de los jentiles

CALZADA DE ENIRIO

El suelo enlosado, nos contará las milenarias historias de todos aquellos que por ella han transitado, desde tiempos neolíticos. Nos hablaran de pastores, mercaderes, ejércitos, peregrinos, paseantes,…

Pero también nos contaran las antiguas leyendas de los jentiles, los arcaicos gigantes moradores de la montaña. Sabremos de los secretos telúricos de este bello sendero, de su belleza, de su armonía, de sus encantos salvajes y libres.

Les proponemos esta bellísima ruta, en la que disfrutar de esta sobrecogedora calzada milenaria, su poso quedará en nuestras almas vagabundas de viento y hojarasca.

Árboles

Eguzkilore, culto solar de nuestros ancestros

EGUZKILORE

Una hermosa flor en forma de sol adorna el viejo portón del vetusto caserío. Allí clavada en las rancias vigas de madera de roble, cumple su función protectora de la casa y de sus moradores.

La hermosa flor en forma de sol encierra en su núcleo velludo la esencia de la arcaica cultura de la montaña. La esencia de las leyendas de quienes nos precedieron, contadas al amor de la lumbre en las largas noches invernales, mientras sonaba el chisporroteo del tamboril repleto de castañas.

La hermosa flor en forma de sol, se empeña en mantener, casi colgando de un último y débil hilo, las viejas tradiciones de nuestro pueblo, que van evaporándose frente a nosotros poquito a poco, escurriéndose como el agua entre los dedos de las manos, victimas de un mundo desbocado.

La hermosa flor en forma de sol, nos susurra quedamente, las arcaicas costumbres, usos, ritos, leyendas, que nos hablan de una forma muy concreta de ver y entender la vida, de una manera de vivir que fue fundamental para nuestros mayores.

VIEJO PORTON DE UN CASERIO

Muchos de los pueblos antiguos, utilizaron las plantas y árboles con diversos fines, alimentarios, prácticos, curativos, rituales, incluso mágicos. Algunos de estos usos se han perdido en el baúl del tiempo, de algunos no queda ni el recuerdo, otros han sido conservados, afortunadamente, en libros, tratados o museos, y algunos aún hoy se siguen realizando, si bien, generalmente, con un objetivo distinto al que fueron concebidos, pero se mantienen al fin y al cabo. Aprovechemos esta ocasión, no dejemos que los viejos usos de nuestros mayores queden como meros inquilinos de museos, toquémoslos, sintámoslos, transmitámoslos a nuestros hijos, no dejemos escapar la esencia de la tradición.

Una de estas plantas, cuyas tradiciones, aún hoy perduran, es el “eguzkilore”, la flor del sol. Se trata de la flor seca del cardo silvestre (Carlina acaulis), oriunda de Europa Central, y que puede llegar a darse en latitudes como Suecia o Noruega, e incluso en Islandia, lo que nos habla de su resistencia a climas fríos, en la Península Ibérica, la encontramos en el País Vasco, Cantabria y en el área pirenaica. Al “eguzkilore”, le gustan las montañas, le gusta arraigar y crecer en prados y pastizales, y su momento de floración se da entre junio y septiembre. La denominación carlina le viene de una leyenda, que nos cuenta como los ángeles enseñaron al emperador Carlomagno a utilizar la planta para combatir la peste que asolaba a su ejército.

EGUZKILORES Y CRUCES EN LA CHABOLA DE OIDUI, ARALAR

El “eguzkilore” es la representación del sol, su  nombre así nos lo indica, “eguzki” (sol), “lore” (flor), su uso, es un vestigio de un antiquísimo culto solar, que nos ha llegado desde muy lejos en el tiempo, quizás desde el neolítico. En este símbolo se mezcla el culto solar con antiguas creencias vinculadas a las plantas y a los árboles, tan importantes en las culturas antiguas. En las ancestrales creencias vascas, tanto el sol como los árboles eran tenidos por deidades, eran, por tanto, pilares básicos de las tradiciones y la mitología de nuestro pueblo. Para el calendario tradicional el año se organizaba en dos partes, dividido por los solsticios de verano e invierno, el primero cristianizado bajo la advocación de San Juan Bautista y el segundo por la Navidad. En ambas fechas se realizaban ritos en los que el uso de las plantas, el fuego y el agua eran primordiales. Las plantas adquirían un carácter protector, en el solsticio de verano, aún hoy, se siguen recogiendo determinadas hierbas que adquieren importantes cualidades preventivas en esta noche mágica de San Juan. Es costumbre, en esta misma fecha, colocar en las puertas cruces hechas con ramas de fresno, uno de los grandes árboles mágicos de las culturas antiguas, para prevenir del rayo así como se decorar las entradas con ramas de espinos, fresnos o avellanos, con igual pretensión protectora. Aun hoy podemos sentir estos antiguos usos paseando por las calles de nuestras localidades en la mañana del día de San Juan y disfrutar de las calles enramadas en un hermoso guiño a nuestra tradición. El espino se utilizaba además colocando ramilletes de este árbol en las lindes de las heredades, los pastores de la zona de Donibane Garazi (Saint-Jean-Pied-de-Port), ubicado en la antigua Navarra de Ultrapuertos, recogían las púas de este hermoso árbol para sus uso como preventivo.

ESPINO BLANCO

En lo relativo a nuestra pequeño “eguzkilore”, Su uso esta directamente vinculado con la protección de las casas de las brujas y malos espíritus. Cuando contemplamos un “eguzkilore” en los dinteles de las puertas de nuestros viejos caseríos, o en las bordas de  nuestras montañas, contemplamos un rito arcaico como el tiempo, un símbolo cargado de un ancestral sentido protector, dejemos entonces que la flor del sol nos susurre sus secretos, su porque, su razón de ser. Las viejas historias de nuestra mitología nos cuentan, a su modo, el motivo por el que se colocaban “eguzkilores” en las puertas, dicen así:

“Las brujas, que pretendían acceder al interior del hogar, debían contar cada minúsculo pelillo que tiene la flor en su centro, antes de poder entrar en la casa. Esta tarea era sumamente costosa, y el amanecer las sorprendía en plena tarea, con los primeros rayos del sol, las sorgiñas debían dejar el lugar apresuradamente y esconderse en sus antros, por lo cual no podían acceder al interior de la vivienda.”

ANTIGUOS SIMBOLOS PROTECTORES

Actualmente, el “eguzkilore” se ha mercantilizado en pegatinas, llaveros y todo tipo de joyería, su uso ha variado enormemente, pero de alguna manera, quiero pensar que se mantiene su ancestral sentido. Cuando, aunque sea inconscientemente, sentimos el deseo de colgarnos un “eguzkilore” al cuello, ponerlo en nuestros coches, o simplemente colocarlo en los dinteles de los caseríos, como hicieron durante siglos nuestros mayores, estamos conectando con nuestro yo mas arcaico, mas antiguo y profundo, con nuestro ser de alguna manera, primitivo. Tal vez aun guardemos en lo mas profundo de nuestro hipotálamo, la esencia de nuestras antiguas creencias, esas que quedaron lejos en el tiempo, tal vez sea una vieja conexión con la tradición, o tal vez sea sencillamente una ancestral unión con la naturaleza, al fin y al cabo, pienso que somos eso, naturaleza.

Árboles

Mayos, antiguo culto a los árboles

ALZADO DEL MAYO EN LARRAONA

Aquella impresionante haya, acariciaba dulcemente mis cabellos despeinados, con sus hojas de verde etéreo recién nacidas. Sentía en mi alma su susurro de hojarasca, de armonía, de belleza y de paz. Pero también sentía, escuchaba, toda su esencia atávica, su sabiduría vieja como el tiempo, en una invitación telúrica a abandonarme a su cobijo.

Los árboles y bosques, han sido siempre lugares sagrados, en ellos habitaban una legión de seres mágicos, de gnomos, hadas, leprechaus, duendes,… Seres que atesoran lo más secreto de la vieja cultura de las montañas.

MORADORES DEL BOSQUE

Nuestros ancestros eran gentes acostumbradas a convivir con toda esta cultura ancestral, era normal renovar una serie de rituales unidos a la naturaleza, a sus energías. Uno de estos rituales, vinculado con el culto a los árboles, lo podemos disfrutar de primera mano, es la tradición de los Mayos, celebrada desde hace milenios.

Conozcamos pausadamente un poquito más de este ritual de la vieja cultura.

El mayo es un árbol, que elegido en el bosque y talado siempre con hacha, se desmocha y descorteza, y que se baja a determinados lugares, donde se eleva, siguiendo un antiquísimo ritual.

RECOGIDA Y BAJADA

El rito comienza ya con la elección y bajada del tronco, esta selección la solían realizar los mozos del pueblo, si bien en algunas localidades como la de San Martín de Améscoa, era el alcalde quien acompañado por el montero elegía el árbol a cortar. En otras como en Ondategi, se ponía como condición que el árbol fuese robado de los bosques del pueblo vecino, así como robados debían ser las yuntas para acarrearlo. Esto se daba en tiempos más o menos recientes, pero su origen es antiquísimo. Seguramente vinculado a antiguos cultos dendolátricos, era probable, que el encargado de elegir el árbol, acudiera durante una determinada cantidad de días a donde se hallaba el árbol en el bosque, para explicarle el motivo de porqué tenia que derribarlo. Los celtas realizaban este rito para que los numenes que habitaban el árbol pudieran replegar toda su energía, si iba a ser utilizado con fines mágicos o medicinales, le pedían que dejara parte de esa energía en las ramas. En determinados lugares se establecía un bosque concreto en el que ir a buscar el mayo.

Se selecciona un árbol recto de aproximadamente unos 20 metros de altura, aunque poco a poco va aumentando su altura pues existe cierta rivalidad entre los pueblos del valle en ver quien levanta el mayo más alto. Una vez cortado, con hacha, se baja al pueblo, antiguamente era arrastrado por una yunta de bueyes hasta el lugar en que se levantará, hoy en día se utilizan tractores. Actualmente, para evitarse el talar un árbol cada año, se reutiliza el mayo anterior hasta que se resquebraja.

MAYO EN SAN VICENTE DE ARANA

IZADO

El mayo, es colocado en lugares de cierta importancia, como puede ser la plaza del pueblo, o en la entrada del mismo, así como junto a alguna ermita. Mención aparte es la del mayo que los moradores de Bakaiku y de Etxarri Aranatz, alzan en lo alto de la sierra de Urbasa, no muy lejos el uno del otro.

En la mayoría de las localidades, el rito del alzado del mayo, tiene lugar sobre el mediodía, el tronco, ya bajado del bosque espera en el lugar donde será colocado a que lleguen los mozos y de comienzo el arcaico ritual. Primero acercan el tronco al hoyo donde se plantará, se apoya entonces sobre una horquilla de madera en forma de Y, de forma que el árbol quede a una altura adecuada para que los hombres puedan colocar los distintos elementos. Aunque con pequeñas variaciones, la mayoría de localidades vascas que realizan el alzado del mayo, utilizan los mismos elementos “decorativos”, si bien cada uno de ellos tiene un sentido y uso muy concreto, veámoslos:

. El gallo: En la punta del tronco, se coloca la figura de un gallo que puede ser de madera o de metal, que antiguamente se decoraba con plumas, y que se encargaría de guardar los campos de cereal.

. Dos espadas metálicas que se colocan en forma de aspa, cuya misión sería la de espantar a las tormentas y el pedrisco, con la colocación en forma de aspa, pretende representarse una tijera que cortaría el pedrisco.

. Ramas de olivo o de laurel, que estarían bendecidas por el cura.

. Una vela también bendecida, si bien en algunos lugares se coloca una cruz de cera.

. Un paño blanco portado por Jesucristo en Jueves Santo.

. En determinados pueblos, como es el caso de San Vicente de Arana, se coloca un travesaño en el mayo, para darle la imagen de cruz.

. Alguna rama del propio árbol que se suele dejar en el momento del desrame.

. En alguna localidad se le añade una veleta.

DETALLE DEL MAYO

Una vez colocados estos elementos, todos los mozos, al unísono y bajo la dirección de un capataz, van elevando el tronco poco a poco, ayudados de unas horquillas de madera o de metal, hasta conseguir introducirlo en el hoyo destinado a tal fin. Es un momento de tensión y nerviosismo, el tronco se mueve en cada alzado, y el grupo debe funcionar a la perfección. Según el mayo esta siendo alzado, las mujeres de Larraona recitan la siguiente frase:

“Arriba mayo, tente tieso que yo me caigo”

Una vez el mayo este recto y bien encajado, se calza el agujero con tacos de madera, momento en que se recita la siguiente frase:

“Arriba mayo, mira al cielo y bendice nuestros campos.”

En alguna localidad como en San Martín de Améscoa, son más previsores y lo aseguran atando un cable del mayo al campanario de la iglesia.

Una vez alzado, en algunas localidades, se bailan alrededor del mayo, danzas circulares siguiendo siempre el sentido contrario a las agujas del reloj, que bien pudieran representar el ciclo de las estaciones o el ciclo solar.

Encontramos en algunos casos una interesante danza en la que los bailarines entrelazan unas cintas que llevan alrededor del mayo, según bailan. Este tipo de danza, muy conocida en la tierra de los vascos, también se da en lugares como Reino Unido.

También suele ser habitual que algunos jóvenes pretendan trepar a lo más alto del mayo, este rito se encuadraría en los ritos iniciativos de paso a la edad adulta, muy común en los pueblos ancestrales.

LOCALIZACIONES GEOGRÁFICAS

El mayo, es un rito muy representativo de la zona de la sierra de Urbasa y sus aledaños, los del valle de Améscoa, son de los más representativos junto con el de Arana. Así encontramos mayos en Larraona el primer sábado de mayo, en San Martín de Améscoa el segundo sábado y en Zudaire el tercero. En San Vicente de Arana, se levanta el mayo el día 3 de este mes. Por la zona norte de la sierra, alzan mayos pueblos como Etxarri Aranatz, Ziordia, Bakaiku o Iturmendi. En otras partes de Navarra también lo encontramos en localidades como Mues, Murieta, Mirafuentes, Cintruenigo. En Álava además del ya citado valle de Arana, alzan mayos en otras localidades como Aramaio o Agurain.

En la Península Ibérica, es un rito que se da en la cornisa cantábrica, Asturias, Cantabria y Galicia, pero también en gran parte de Castilla y Aragón, Extremadura o Cataluña.

En la Vieja Europa, se da en El Reino Unido, Francia, Suiza, Italia, Alemania, Bélgica o Suecia.

Los nombres del rito, también varían, por ejemplo, en zonas de Cantabria y Asturias se llaman “Jogueras”, nombre posiblemente vinculado a las hogueras que en estos pueblos se enciende durante la celebración del mayo.

Más cerca de casa, es en la zona de la sierra de Urbasa, bien sea por el sur de la misma (zona de Améscoa y valle de Arana), o por el norte (zona de la Sakana), se conoce como “Mayo”. Si nos desplazamos hacia el norte del territorio alavés, concretamente en Aramaio, se le conoce como “el Chopo”.

ESTATUA DEL MAYO

POSIBLES ORÍGENES

El mayo es una de las más antiguas representaciones de un antiquísimo culto a los árboles, elementos tan importantes en la antigua cultura de los pueblos de la Vieja Europa. Precisamente en estas tribus que habitaban el continente, existía la costumbre de talar un árbol en las fechas de finales de abril, descortezarlo y quitarle casi todas las ramas, se decoraba con coloristas cintas y era colocado en mitad del pueblo durante todo el mes de mayo. Se le solía dejar una parte de las ramas en la copa, que se denominaba “la Maya”, y se le solía decorar con cintas multicolores, en ocasiones este árbol se colocaba con motivo del solsticio de verano en junio. Pudiera ser que la intención de los moradores de los poblados, pretendieran acercar un espíritu vegetal habitante de los bosques a un lugar donde poder hacer rogativas y ritos propiciatorios, delante del árbol. No podemos olvidar que en las antiguas culturas europeas, los árboles han sido referencias en la comunidad, bajo los que se han sellado pactos, o impartido justicia, no tenemos más que pensar en el mítico árbol de Gernika. A decir del autor James George Frazer, en su obra “La rama dorada”, se trataría de traer a la aldea, las bendiciones que el espíritu del árbol puede otorgar.

Estamos en la época del año en que la naturaleza despierta de su letargo invernal, vuelve a suministrarnos de frutos y alimentos, es por tanto una época de celebración, de alegría, pero también es una época en que las tormentas o el pedrisco puede terminar con la cosecha. Es aquí donde el mayo adquiere un cariz protector, es el árbol totémico que colocado en algún lugar visible, como en la cima de una montaña, vela y protege a los habitantes y cosechas de los valles. Precisamente los celtas celebraban en esta fecha la fiesta del Beltane, momento en que los ganados podían subir a los pastos de altura, en esta fecha se celebraba un rito de encender hogueras en los alto de las montes.

También pudiéramos estar ante un símbolo de fertilidad, en el que el mayo adquiriría una simbología fálica.

Un claro ejemplo sería el mayo izado sobre lo alto de la sierra de Urbasa, y que nos sumerge directamente en todo este universo de culto al árbol, tanto con su carácter protector sobre los valles como porque marca el momento en que los ganados pueden subir a la sierra.

No está clara su simbología original, ni su sentido más arcaico, pero lo que si es claro es que nos habla de una antiquísima unión y respeto de los hombres hacia los árboles y los bosques.

El Cristianismo, cristianizó esta fiesta de origen pagano con la fiesta de la Santa Cruz el 3 de mayo, momento en que se coloca el mayo, y el 14 de septiembre con la “Exaltación de la Santa Cruz”, momento en que se retira el mayo en muchos lugares.

Incluso hay autores que ven en estos mayos colocados en las montañas, el origen de las cruces que hoy coronan muchas de nuestras cumbres, en un intento de cristianizar el rito ancestral.

MAYO DE URBASA

Lancémonos en brazos de la tradición, sintamos, conozcamos los viejos rituales de la vieja costumbre de la montaña. Caminemos sintiendo su esencia, la magia, el susurro del bosque. No les defraudará, su poso quedará para siempre en nuestra alma errante de vientos y hojarasca.

Rutas

RUTA: Urreko Haitzak, el Culto a la Madre Tierra

Urreko Haitzak, Las Peñas de Oro, os ofrecemos esta ruta al abrigo de las Malloas, por los deliciosos senderos de la sierra de Aralar, una de nuestras grandes montañas de nuestra geografía.

Saldrán a nuestro encuentro las arcaicas leyendas de oro enterrado, de Ama Lurra, de Mari, de Sugaar, de los Mairus…

Descubriremos los viejos secretos del bosque, hayas, robles, fresnos, espinos, nos susurraran quedamente su esencia atávica. Pero también conoceremos historias de contrabando, de pastores, o de maquis.

Acompáñanos en este precioso y sencillo caminar, sin prisa, sintiendo el profundo magnetismo de la montaña.

Mitología

Basajaun. El Señor del Bosque

EL MISTERIO DEL BOSQUE

Cuando la primavera comienza a despertar, pausadamente, el bosque se imbuye en una magia profundamente magnética, en una energía inigualable, que nos espera para que nos sumerjamos en su esencia atávica.

Hayas, robles, abedules, arces, sauces, espinos, serbales, saúcos… cada uno siguiendo su propio ritmo vital, marcado por los misteriosos ciclos naturales, nos regalan un momento espectacular, la brotación de las primeras hojas verdes.

Los brotes recién nacidos de un verde etéreo, casi transparente, crean uno de los grandes espectáculos de la naturaleza, hay mismo, en nuestros mágicos bosques. Es, ni más ni menos la magia del bosque.

PRIMEROS BROTES VERDES

Esa magia la sintieron profundamente aquellos que nos precedieron, hasta el punto de colocar en el bosque gran parte de creencias, de sus deidades, todo un elenco de seres míticos, habitantes de la floresta. Uno de estos genios, que guarda la esencia de la vieja mitología del bosque es Basajaun.

Quizás sea uno de los mitos más “queridos”, de la vieja mitología de las montañas, su sola mención, nos lleva a lo más profundo del bosque, a la magia telúrica de la bruma entre los árboles, a la sabiduría ancestral de los árboles. Basajaun, y su reflejo femenino Basandere, nos esperan en el corazón de la floresta.

MISTERIOS DEL BOSQUE

SER BENEVOLO DE ASPECTO ATERRADOR

Basajaun, el señor del bosque, se presenta como un ser descomunal, poseedor de una fuerza inmensa, que cubre su enorme cuerpo con una larga cabellera que le llega hasta las rodillas tanto por delante, como por detrás. Su apariencia es humana, siendo una de sus patas de forma circular, parecida a la del ganado vacuno, y la otra como la de los hombres.

Habita en cuevas en lo más profundo del bosque, y aunque en algunos lugares, se le otorga carácter maligno, es a pesar de su terrorífico aspecto, un genio protector. Y es que este numen cuida de los rebaños, avisando a los pastores de la cercanía de las tormentas emitiendo silbidos. Su presencia tranquiliza a los pastores, la cual anuncian las ovejas haciendo sonar al unísono sus cencerros, momento en que los ganaderos pueden descansar tranquilos pues el lobo no hará acto de presencia, a cambio los hombres le obsequiaban con algún trozo de pan. Es, por tanto, un personaje que representa la seguridad de los bosques, un tanto olvidada en este mundo súper tecnológico, esa protección que buscamos cuando nos sumergimos en la floresta.

En varias leyendas aparece el numen femenino conocido como Basandere, la señora salvaje o de la selva, cuyo aspecto es similar al de su cónyuge.

BRUMAS EN EL HAYEDO

GENIO Y BOSQUE, ¿UNA MISMA ENTIDAD?

Directo heredero de la vieja cultura en la que los bosques y los árboles eran entes sagrados. Una teoría nos dice que en los tiempos antiguos, nuestros ancestros adoraban a los árboles, o más bien a los seres, a los numenes,  que moraban en los mismos. Son muchas las culturas que tenían en los bosques sus santuarios, pero con la llegada de los nuevos usos, estos lugares pasaron a ser lugares terroríficos, en un claro intento de eliminar esos antiguos cultos a la floresta, un ejemplo lo vemos en los diferentes cuentos clásicos donde el bosque siempre es un lugar peligroso.

Árboles sagrados han sido fundamentales en las antiguas culturas, el roble, es quizás el principal para muchas viejas cultura. En nuestra tierra, tenemos un ejemplo tangible de esta cultura arbórea, el roble de Gernika. El haya, protectora y acogedora; abedules, de los que podemos hablar de una cultura del abedul en las regiones del norte; el tejo vinculado a la cultura celta, el espino albar, el fresno, son sólo algunos ejemplos…

Con el tiempo, estos antiguos cultos arbóreos van tomando apariencia más reconocible, tomando forma un tanto humana, es donde surge la figura de Basajaun.

El mito de Basajaun y su relación con la dendolatría, nos sumerge mágicamente en ese mundo feérico, misterioso, de gnomos, hadas, duendes, leprechauns, que hunde sus raíces en lo más profundo de la cultura de la vieja Europa.

Basajaun nos trae su atávico mensaje de respeto a la naturaleza, a la Tierra, a los árboles, a los animales, al bosque,… ¿Seremos capaces de apreciar su recordatorio, de que nosotros también somos parte primordial de la natura?, ¿que pertenecemos a toda esta magia?, solo tenemos que acordarnos de vez en cuando.

HAYEDO

LOS HOMBRES ROBAN SUS SECRETOS

Al igual que sucede con otros genios mitológicos, Basajaun representa los antiguos usos, las tradicionales formas de vivir, de ver y entender la vida, y que se enfrenta con las nuevas formas culturales. Por ello, en muchas leyendas aparece como un ser ingenuo, de talento corto, a los que los humanos, representados por un santo, San Martinico o San Martín Txiki, un héroe culturizador, roba diferentes técnicas, tanto agrícolas como de producción de diferentes herramientas, indispensables para la evolución cultural del ser humano. Secretos estos, por ejemplo el cultivo de cereales como el trigo, el mijo o el maíz; también de la fabricación de la sierra o del eje del molino. La astucia de los humanos (nuevos usos), vence a la ingenuidad de la vieja cultura.

Como ejemplo de ello, tenemos una leyenda que aconteció en la montaña de Muskia, en Aralar y que dice así:

EL SECRETO DEL CULTIVO DEL TRIGO

“Los basajaunes que vivían en Muskia, cultivaban trigo, tenían los granos y los secretos de sus cultivos. Los humanos, carecían de ello, por lo que San Martín, fue a visitar a los gigantes, con la secreta intención de robarles granos de trigo. Allí vio que el cereal estaba colocado en montones aislados, en ideó un ardid. Apostó con los basajaunes quien era capaz de saltar más lejos por encima del cereal, los genios aceptaron pensando en la ingenuidad del humano, por apostar un salto contra unos seres gigantescos como ellos. Los numenes saltaron lejísimos, pero San Martín cayó intencionadamente sobre el trigo, se había calzado unas botas, intencionadamente bastante más grandes de lo que le correspondía, por lo que una gran cantidad de trigo, llenó su calzado. Se despidió y tomó el camino de vuelta, pero los basajaunes se dieron cuenta del engaño, y comenzaron a perseguirle, sin éxito.

San Martín tenía el cereal, pero desconocía cuando sembrarlo. Días después un paisano acertó a pasar cerca de la morada de los basajaunes, y escuchó a los genios cantando una canción donde indicaba cuando sembrar el trigo. Refirió a San Martín la letra escuchada, de forma que los humanos consiguieron cultivar este cereal”.

HAYA TRASMOCHA

 REFLEJO EN OTRAS CULTURAS

La cultura del bosque, tiene su reflejo en muchísimas culturas ancestrales, en su mitología, creencias, cuentos, en forma de genios, dioses, duendes, vinculados directamente con nuestro mito de Basajaun. Gran parte de la Vieja Europa, allí donde los bosques eran el eje de la vida y de la religión ancestral, tienen mitos relacionados con ellos. Gran parte de las viejas culturas arcaicas, tenían en los bosques, los santuarios a sus deidades.

Como ejemplo podemos citar el Musgosu cántabro, espíritu de los bosques que se cubre de musgo; su reflejo asturiano es el Busgosu, algo similar a un fauno; los mouros gallegos, Basajarau y Bosnerau pirenaicos; Artemisa griega y Diana romana; y toda una legión de seres mágicos que habitan el bosque, hadas, duendes, trolls, leprechauns, faunos o gnomos, que nos susurran la magia del bosque, del que nosotros también somos parte.

EL BUSGOSU

Contamos en nuestra tierra, en varias zonas, entre ellas en la zona de Zuia, con una bella leyenda, unida a la tradición mitológica de gran parte de la Península, La Vieja del Monte.

Cuentan que cuando los hombres trabajaban en los bosques, carboneros, leñadores,… guardaban en el zurrón un trocito de pan de su propia comida, que bajaban a casa. Los niños esperaban este pan como agua de mayo, pues se decía que lo había dejado allí la Vieja del Bosque, un ser mágico que habitaba el tronco hueco de un haya. Era un espíritu protector del bosque.

ALGUNAS LOCALIZACIONES DEL MITO

A pesar de los maravillosos bosques que pueblan nuestras montañas, no se localiza en demasiados lugares el mito de Basajaun. Lo encontramos con el nombre de Anxo en la localidad bajonavarra de Esterenzubi; acompañado de Basandere en los mágicos hayedos de Iratí; en los bosques de Zeanuri; en la zona de Kortezubi; Oiartzun; Zerain; en la cueva de Basajaun Etxe, en Lantz; en el caserío Basajaundegi en Azpeitia; en Muskiia, Ataun; en la cueva de Askoa, Aralar; o en la montaña de Mondarrain.

SALBATORE DE MENDIBE

Calcémonos las botas de perseguidores de belleza, tomemos la mochila de la curiosidad y huyamos, huyamos a la seguridad del bosque, huyamos a escuchar su atávico susurro. La experiencia, no les defraudará, el bosque nos abrazará con su bruma telúrica, nos contará bajito y despacito sus secretos, y quien sabe, tal vez y solo tal vez, Basajaun se decida a acompañarnos siquiera un instante, en nuestro vagabundear.