Explorar.- Recorrer un lugar desconocido o poco conocido para conocerlo o estudiarlo, o para descubrir lo que se halla en él.
Nos gusta indagar en la definición literal de una palabra para recordar todo lo que olvidamos al usarla con frecuencia. En mayo hicimos esta sencilla ruta que parte desde el Esquí Nórdico de Abodi, y aunque en principio nuestra idea era seguir la sencilla senda SL-NA 64A El Cerrillar, decidimos ampliarla un poco más acercándonos al espléndido mirador de Cruz de Osaba… decidimos explorar.
El recorrido de El Cerrillar coincide en su trazado con una pista de esquí de fondo, sin nieve ya por estas fechas. Es un camino ancho, que al principio asciende suavemente entre el hayedo hacia la Sierra de Abodi, a 1.400 metros, con las hermosas vistas del Valle de Salazar, los montes lejanos de Roncal y Hecho, así como del monte Orhi. Regresamos posteriormente a media ladera, siempre por el interior del hayedo.
No es necesario explicar con palabras la espectacularidad de este balcón natural, donde la vista se pierde en las montañas nevadas, en los infinitos bosques. Pero algo nos hace adentrarnos más, abandonar la senda y hacer caso a esos dos árboles que, en ese claro, nos atraen fuertemente. Dos hayas con muchos inviernos a sus espaldas, una ya caída por tantas batallas, otra aún en pie, con tiernos brotes de hojas despuntando. Las rodeamos y contemplamos curiosos, maravillados, sintiendo la enorme fuerza de sus troncos, la singularidad de su porte, una con indicios de echarse a andar, la otra adoptando una postura más cercana a El Sabinar de El Hierro. Pasan los minutos y seguimos embobados, acariciamos con nuestras manos estos poderosos árboles en los que nadie parece reparar, pero que a nosotros nos llenan de tanta emoción. Reposamos sobre el manto verdoso lleno de flores y dejamos que el tiempo nos atrape, que la magia de estas dos hayas nos abrace… No somos capaces de abandonar el lugar, pero, agradecidos por haberlas descubierto, regresamos al camino, echando la mirada atrás un buen rato para seguir contemplándolas ahora ya de lejos.
.. los árboles, esos seres mágicos con tanto poder para transmitirnos innumerables sensaciones ..
.. los árboles, que siempre nos dicen tanto sin usar palabras, pero en su lenguaje universal ..
El próximo lunes 1 de mayo, tiene lugar en lo alto de la sierra de Urbasa-Andia, una bella tradición de nuestra montaña, el izado del «Mayo». Aprovechando este viejo ritual arbóreo, os invitamos a vivirlo en primera, persona, a tocar con nuestros dedos la vieja cultura del bosque. Para ello hemos propuesto una ruta para ser testigos del izado del «Mayo», en lo alto de la sierra, os dejo la información:
Robles, fresnos, arces, avellanos, van desperezándose poquito a poco del letargo invernal. Hojitas de un verde etéreo, asoman tímidamente, las hayas, un poco más remolonas, presentan prometedores brotes, la primavera está aquí. Los cerezos, perales o ciruelos silvestres nos regalan sus flores delicadas y sus deliciosos aromas sutiles.
Todo esto nos espera ahí fuera, solo tenemos que calzarnos las botas y caminar, y disfrutar, y vivir,…
… Y ahí estaba, altivo, sublime, atractivo, bravo, profundamente magnético. Sus ramas se extendían hacia el cielo, en una invitación a sumergirnos en su cobijo milenario, una invitación a abrazar sus misterios, hechos de belleza, de magia, de esencia de resina, de viejas historias y leyendas. Sabedor, de ser el representante de una vieja estirpe, de ser el guardián de la arcaica cultura de la montaña, la misma cultura, que sabía convivir, perfectamente con la naturaleza, la misma cultura que hoy denostamos.
El camino no había sido corto, ni mucho menos, el milenario tejo se hallaba en un paraje recóndito, casi olvidado, salvo por aquellos que aún nos dejamos embaucar por su hechizo, por su embrujo irresistible. Llegamos al tejo de Abamia, cuando se dejaba acariciar por los vigorizantes rayos del sol, la sensación, era casi indescriptible, en el altozano recortaba su figura, junto al templo. Nada más pisar aquella tierra sagrada, algo inexplicable se adueñó de nuestros sentidos, algo indescriptible, lejos de la fría razón, algo mágico, nos atrapó de forma irremediable, entonces todo adquirió una dimensión distinta.
EL PARAJE MAGICO DE ABAMIA
Nos encontramos en uno de esos parajes únicos, un lugar en el que coinciden de forma maravillosa, historias e Historia, cuentos, leyendas, tradiciones, … ¿Quién puede resistirse?, nosotros desde luego, ni pudimos ni quisimos. Conozcamos un poquito más este paraje único.
Abamia es una parroquia del Concejo asturiano de Cangas de Onís, en el oriente de esta sobrecogedora y bellísima región. Un pequeño núcleo rural, al que se accede desde el término de Corao, un lugar un tanto recóndito, que sin embargo oculta uno de los grandes tesoros de esta enigmática tierra. Al llegar al paraje, nos encontramos con el templo de Santa Eulalia, justo junto a un tejo milenario, o mejor dicho una teja, enorme, sabia y bella.
Pero vayamos por partes, como antes decía, el paraje, infunde un aroma especial, ese aroma, que solo los lugares con una dilatada historia y una arcaica magia, son capaces de destilar. Antes de la iglesia, en Abamia se ubicó, un dolmen, que hoy ha desaparecido, y al parecer también hubo una necrópolis romano-vadiniense. De hecho, en la zona han aparecido varias estelas de esta tribu de origen céltico. Estamos, por tanto, ante un lugar profundamente sagrado para quienes nos precedieron, dato que confirma el hecho de cristianizar el paraje con la construcción del templo cristiano.
Sigamos indagando en los secretos de Abamia, la iglesia, está profundamente vinculada a la Monarquía Asturiana, ya que al parecer, el propio caudillo Pelayo, fue quien mando erigir este templo, fundando así una comunidad monástica, y que ejerció de panteón a la muerte del propio caudillo y de su esposa Gaudiosa. De hecho, en el interior del templo, se pueden ver los sepulcros del matrimonio, aunque, muchos estudiosos niegan este hecho, quien sabe, el misterio está servido, en medio de las bellas cimas astures. El rey Alfonso X el Sabio, mando trasladar los restos de Pelayo y Gaudiosa a la Santa Cueva de Covadonga, donde hoy reposan.
ABAMIA
Volamos más de mil años, hacia nuestro tiempo, hasta topar con un personaje indispensable, polifacético, concretamente con Roberto Frassinelli, conocido como el alemán de Corao. Nacido en 1811, en Luisburgo, fue arqueólogo, dibujante, naturalista, bibliófilo y anticuario. Colaboró en varias excavaciones arqueológicas de la zona, en las que aporto incontables dibujos, dibujos que realizaba en su refugio en una cueva de la localidad de Corao, conocida como cueva del Cuélebre, ya que según cuentan, en ella moraba este ser mitológico asturiano, con aspecto de serpiente descomunal. Un alma libre, amante de las montañas, a quien describió a la perfección, el político Alejandro Pidal Mon:
“Su verdadero teatro eran los Picos de Europa, Peña Santa, la Canal de Trea, los gigantescos Urrieles asturianos. En ellos se perdía meses enteros, llevando por todo ajuar un zurrón con harina de maíz y una lata para tostarlo al fuego de la hierba seca, su carabina y cartuchos. Vino no bebía, bebía agua en la palma de la mano; carne sólo la del rebeco que abatía con certero disparo de su escopeta y cuya asadura tostaba sobre la misma lata del mismo fuego. Dormía entre las últimas matas de enebro; se bañaba al amanecer en los solitarios lagos de la montaña y al regresar de la penosa excursión a los Picos, se refrescaba revolcándose desnudo sobre la nieve…”
Frassinelli fue enterrado en el cementerio de Abamia, junto a la iglesia cuando falleció en el año 1887.
DETALLE DE LA IGLESIA DE ABAMIA
Sentados junto a la teja que domina el paraje, nuestra mente vuela lejos, cuando estos árboles eran los representantes de la tribu, de la aldea, de la comunidad. Bajo ellos, se bailaba, se amaba, se reía, se lloraba, se charlaba, se descansaba, se vivía,… Hoy los viejos árboles, el bosque, están abocados al ostracismo, rehenes de la desidia de quienes nos gobiernan, rehenes de la ignorancia. El propio paraje de Abamia, fue testigo de una reforma, que creó gran controversia, por dañar al propio árbol. Hemos olvidado su fuerza, su simbología milenaria, como representantes de nuestros antepasados, de nuestra vieja cultura de las montañas. Creemos que podemos vivir sin acercarnos a su cobijo, sin escucharles, sin caminar de su mano, quizás llegue un momento en que nos demos cuenta, que son vitales para nuestra propia existencia. Afortunadamente aún hay quienes trabajan en la defensa, el desarrollo, el mantenimiento, y la puesta en valor de estos árboles, pienso en personas como Amable Vallina, o Manolo Corces, y como no, en el gran maestro Ignacio Abella, y tantas y tantas personas que se han dejado embaucar por la magia de los tejos, hayas, robles, acebos, espinos, fresnos,…
Ejemplos hermosos, los tenemos por doquier, ideas, actos, reivindicaciones, de defensa de los árboles, alguno, quizás de los más hermosos en el propio tejo de Abamia. Y es que bajo la sombra hechizante de la teja de Abamia, se han celebrado varios “conceyus” del tejo, una reunión en defensa de estos árboles, de la mano de la asociación Amigos del Texu.
Sigamos defendiendo, reivindicando la necesidad de que nuestros hijos crezcan bajo los árboles, corriendo libres por las montañas, zambulléndose en la energía telúrica de la mar. Mientras tanto volvamos a Abamia, o cualquier otro lugar, donde resguardarnos bajo la magia de los árboles.
PD (…y qué mejor forma de hacerlo que dejándonos seducir por los arcaicos acordes de la gaita. Os dejo un enlace a la preciosa canción del gaitero Xuacu Amieva, dedicada, precisamente al tejo, “Canciu´l Texu”, disfrutadla).
Desde la Asociación Cultural Hojarasca te invitamos a compartir una mañana con nosotros, caminando por un mágico paraje, este próximo domingo 03 de Abril.
La ruta es muy sencilla, apta para todos los públicos, en un entorno que guarda la historia de nuestros ancestros, como es el poblado de la Edad del Hierro, de Basagain, en la localidad gipuzkoana de Anoeta. Un poblado fortificado que esconde algunos vestigios de lo que fue la vida en aquel período de nuestra Historia y que merece la pena conocer. Además, la primavera comienza a estar en su máximo esplendor. Los robles están ya espléndidamente repletos de verdes de todos los tamaños y tonalidades, y las hayas, un poco más remolonas, comienzan a hacer brotar sus tiernas hojas.
Os ofrecemos asimismo la oportunidad de conocer un poquito las tradiciones, la mitología, los usos y creencias de diferentes tipos de árboles y plantas que habitan el bosque. Y sin olvidarnos de la historia y mitología del viejo poblado, y más curiosidades a descubrir tranquilamente en nuestro paseo.
Quedaremos a las 9:30 horas, en el aparcamiento del apeadero de Renfe de Anoeta. Desde allí subiremos en coche hasta el lugar desde donde arrancaremos la ruta.
Aconsejamos llevar:
– calzado de montaña
– chubasquero o paraguas
– almuerzo
– agua
– bastón
La salida puede ser anulada con antelación, si las condiciones, tanto meteorológicas como sanitarias, así lo aconsejen, o bien si no sale un grupo mínimo. El precio es de 8 euros adultos, y 4 euros niños de 5 a 14 años.
Es necesario apuntarse con antelación, por si debemos esperar la llegada de alguien, en cualquiera de los siguientes contactos:
info@achojarasca.com
606 30 44 52 – Aitor
666 53 11 46 – Gabi
El Haya guardiana del pobladoPrimeras hojas del hayaEl robledal encantado
Desde la Asociación Cultural Hojarasca queremos invitaros a una nueva ruta este próximo domingo día 20 de Marzo. Aprovechando la llegada de la primavera (la estación donde renace la vida en el bosque) podremos descubrir los primeros verdes en una ruta en la que apreciaremos toda la belleza que la natura nos ofrece.
La ruta es sencillísima, apta para todos los públicos, en un paraje idílico como es Cromlech de Oianleku, dentro del Parque Natural de Peñas de Aia-Aiako Harriak. La duración estimada es de 3 a 4 horas, en las que caminaremos pausadamente por un desnivel de unos 200 metros, y 5 kilómetros de distancia en total.
Os ofrecemos la oportunidad de conocer un poquito las tradiciones, la mitología, los usos y creencias de los diferentes tipos de árboles que habitan el bosque. También tendremos la oportunidad de conocer algo más sobre la historia y mitología del cromlech, los secretos de Mari, de Roldán, de Basajaun, y más sorpresas que encontraremos en nuestro paseo.
Quedaremos a las 9:30 horas en el aparcamiento del campo de fútbol de Oiartzun (Iurrita bidea, 10). Desde allí subiremos en coche hasta el aparcamiento de Kauso, a unos 12 kilómetros de Oiartzun, desde donde arrancaremos la ruta.
Aconsejamos llevar:
– calzado de montaña
– chubasquero o paraguas
– almuerzo
– agua
– bastón
– ropa de abrigo
La salida puede ser anulada si las condiciones, tanto meteorológicas como sanitarias, así lo aconsejen, o bien si no sale un grupo mínimo.
Es necesario apuntarse con antelación, por si debemos esperar la llegada de alguien, en cualquiera de los siguientes contactos, el precio es de 8 euros los adultos, y 4 euros los niños de 5 a 14 años.
Desde la Asociación Cultural Hojarasca os ofrecemos una nueva propuesta de ruta para el próximo sábado 05 de Marzo.
La ruta es sencilla, apta para todos los públicos, en un entorno que guarda la historia de nuestros ancestros, como es la cima de Mendikute, y la cueva, morada de la diosa Mari, que la cumbre atesora en sus laderas.
Os ofrecemos la oportunidad de conocer un poquito las tradiciones, la mitología, los usos y creencias de diferentes tipos de árboles y plantas que habitan el bosque, y las leyendas de nuestros personajes míticos. Pero no solo tendremos la oportunidad de conocer algo más sobre estas especies, también sabremos de la historia y mitología del viejo castillo de su cima, y más sorpresas a desgranar pausadamente en el paseo.
Quedaremos a las 9:00 horas en el aparcamiento de camiones junto a los bomberos de Tolosa. Desde aquí subiremos unos 10 kilómetros en coche, hasta el barrio de Urkizu. Un tramo de pista de cemento nos llevará al punto de partida. Utilizaremos coches lanzaderas para acceder al comienzo de la ruta.
Aconsejamos llevar:
. calzado de montaña
. chubasquero o paraguas
. almuerzo
. agua
. bastón
. ropa de abrigo
. linterna
La salida puede ser anulada con antelación, si las condiciones, tanto meteorológicas como sanitarias, así lo aconsejen, o bien si no sale un grupo mínimo.
Es necesario apuntarse con antelación, por si debemos esperar la llegada de alguien, en cualquiera de los siguientes contactos, el precio es de 8 euros adultos, y 4 euros niños de 5 a 14 años.
Desde la Asociación Cultural Hojarasca, después de unas breves semanas para retomar fuerzas, os proponemos recuperar una bella ruta para conocer uno de los parajes más enigmáticos de nuestras viejas montañas, el próximo sábado día 12 de Febrero. Nos adentramos esta vez en tierras navarras, concretamente en la localidad de Arano, para visitar los Cromlechs de Urgarata, y de paso saborear con calma viejos caminos, y la belleza de nuestros hayedos y robledales en un invierno que nos regala toda su pureza.
Una sencilla ruta de aproximadamente 6 kilómetros de distancia, y un desnivel apenas perceptible de unos 100 metros. Apta para todos los públicos, incluido niños.
La ruta durará de 4 a 5 horas, pues a pesar de su corta longitud, realizaremos continuas paradas para conocer los secretos de la Cultura del Bosque, usos, creencias, tradiciones de los árboles y leyendas mitológicas.
Quedaremos a las 09.00 horas en el barrio Zikuñaga de Hernani (junto a la empresa Couth). Subiremos hasta Arano en los coches, y desde el parking de la localidad navarra, comenzaremos nuestro caminar.
Es imprescindible apuntarse previamente en cualquiera de los contactos siguientes, por si tuviéramos que esperar. El precio de la excursión es de 8 euros los adultos y 4 euros los niños de 5 a 14 años.
La excursión pudiera ser cancelada si se dan condiciones climatológicas adversas, o si no se alcanza un grupo mínimo de participantes.
Para más información no dudes en contactar con nosotros:
Desde la Asociación Cultural Hojarasca te invitamos a compartir una bonita tradición, como es el subir a una de nuestras cumbres en el comienzo del año, el próximo domingo 2 de Enero.
La ruta es sencilla, apta para todos los públicos, en un entorno que guarda la historia de nuestros ancestros, como es la cima de Mendikute, y la cueva, morada de la diosa Mari, que la cumbre guarda en sus laderas.
Os ofrecemos la oportunidad de conocer un poquito las tradiciones, la mitología, los usos y creencias de diferentes tipos de árboles y plantas que habitan el bosque. Pero no sólo tendremos la oportunidad de conocer algo más sobre estas especies, también sabremos de la historia y mitología del castillo, y más sorpresas a desgranar pausadamente en el paseo.
Quedaremos a las 9:00 horas, en el aparcamiento de camiones, junto a los bomberos de Tolosa. Desde aquí subiremos unos 10 kilómetros en coche, hasta el barrio de Urkizu. Un tramo de pista de cemento nos llevará al punto de partida.
Aconsejamos llevar:
. Calzado de montaña
. Chubasquero o paraguas
. Almuerzo
. Agua
. Bastón
. Ropa de abrigo
La salida puede ser anulada con antelación, si las condiciones, tanto meteorológicas como sanitarias, así lo aconsejen, o bien si no sale un grupo mínimo. El precio es de 8 euros adultos, y 4 euros niños de 5 a 14 años.
Es necesario apuntarse con antelación, por si debemos esperar la llegada de alguien, en cualquiera de los siguientes contactos:
Nos acercamos a uno de los momentos más mágicos del año, un momento que fue de vital importancia para nuestros ancestros, el solsticio de invierno. Nuestros antepasados, estaban acostumbrados a observar los distintos ciclos de la naturaleza, no en vano, ellos eran parte intrínseca de esa naturaleza, y de ella dependía su propia supervivencia. El momento solsticial, que en nuestras latitudes se dará el próximo martes 21 de diciembre, no pasó desapercibido para ellos. Era este, el momento en que la luz comenzaba a ganar terreno a la oscuridad, no debemos olvidar que la noche del solsticio de invierno, es la noche más larga del año, a partir de ese momento, la noche comienza a acortarse paulatinamente. Pero tampoco escapó a nuestras mayores, que en ese momento el sol es cuando menos fuerza tiene, del astro rey dependía el que germinaran las plantas y árboles, es decir, alimento, madera con la que generar materiales de construcción, combustible,…cobijo y calor. Por todo ello, era imprescindible que este sol recuperara toda su energía milenaria, en estas fechas. Los hombres y mujeres, ponían de alguna forma, su granito de arena, en esta descomunal tarea, ayudaban a reforzar al sol, mediante el uso del fuego.
Existe una llamada “teoría solar”, que ve en el fuego una especie de hechizo empleado por el hombre, en ese momento de decadencia de la luz solar. De alguna forma, con el empleo del fuego, se trata de suplir, con ceremonias o rituales, más o menos mágicas, esa carencia de luz, reforzando, igualmente esa debilidad solar. Según esta teoría, el fuego sería considerado como un elemento provisto de energía positiva y activa, energía estimulante, creativa, fuente de salud y de vida que se debe mantener a toda costa. Otras teorías nos hablan de que el fuego, tendría un carácter más purificador, que tendrían como finalidad el destruir energías negativas.
Vinculado a este hecho del empleo del fuego, encontramos un interesantísimo elemento, vinculado al solsticio de invierno, el Tronco de Navidad. Un arcaico ritual, que se ha observado en muchos puntos de la vieja Europa, y que nos enlaza directamente con los viejos cultos a los árboles, con ritos, que quizás nos lleven hasta tiempos prehistóricos.
Se trata de un leño que debía arder en el fuego del hogar en las fechas de Navidad, estas festividades navideñas, vinieron a cristianizar, los antiguos cultos, vinculados, precisamente, al solsticio de invierno. Son muchas las variables que se nos presentan en este ritual del tronco navideño. De forma genérica, el árbol se elegía en el bosque, generalmente uno de los mejores ejemplares del mismo, de la especie más abundante, como robles o hayas, por ejemplo.
Durante unos días, el señor del caserío, debía subir al bosque, para explicar al árbol el motivo por el que debía ser cortado. El hecho de pedir permiso al árbol, para derribarlo, se observa en varios puntos de Europa, de alguna forma, se pide perdón al propio árbol como ser sagrado, pero también a los genios, energías,… que habitan en él. De esa forma por una parte se les da la posibilidad, a esos númenes, de trasladarse de árbol, y por otra se solicita que parte de sus energías benéficas se queden en el que se va a derribar.
Tras cortar el tronco, era arrastrado al hogar, por una yunta de bueyes, y se guardaba en la casa, pero, eso sí, con un trato especial. Se conservaba con mimo en el desván, o en la cuadra, incluso en una esquina de la entrada de la casa. Llegaba entonces el momento de colocarlo en el fuego del hogar, utilizando, igualmente, diferentes formulas según los lugares.
UNA TRADICION ANCESTRAL
La tradición del Tronco de Navidad, la observamos en muchas versiones en nuestra tierra, dependiendo del lugar donde se desarrolla. En ocasiones, eran dos troncos los que se colocaban en los laterales del hogar, como sucedía en Mezkiritz o en Gorriti, donde tomaban el nombre de “Laterales de Nochebuena”. En otros pueblos como en Eskirotz o en Elkano, se introducían tres troncos, que solían ser uno para Dios, otro para la honra de la Virgen María, y otro para la familia.
El madero sagrado, debía arder en el fuego del hogar durante la noche mágica de la Nochebuena, en lugares como en Mezkiritz, no debían de apagarse los troncos durante todo el año. En zonas de Aragón debía arder durante tres días, en Juslapeña y en Unzu, no se dejaba arder el tronco totalmente, pues sus restos aún humeantes se utilizaban en el día de Reyes, para recorren con ellos las habitaciones de la casa, en un símbolo protector del humo. Este hecho de no dejar consumirse totalmente el tronco, era habitual en la mayoría de los pueblos, manteniendo un trozo del mismo, e incluso sus cenizas. Estos restos eran empleados como protecciones, por ejemplo, en Oiartzun, donde se hacia pasar por encima del resto del tronco a los animales del caserío. En Francia, se guardaba este trozo debajo de la cama, para proteger la casa de incendios y rayos, tras arder en el hogar durante 12 noches. Así mismo en el país galo, colocaban un trozo de esta madera en el bebedero de las vacas, bajo la creencia de que, de esta forma, les ayudaba a tener terneros, un claro símbolo de fertilidad, tan presente en la época solsticial. En Aezkoa, este trocito de tronco, se usaba para curar las ubres a las vacas. Sus cenizas eran esparcidas por campos de labor, o mezcladas con ele estiércol para fertilizar campos. En Bedia, se considera que el tronco bendicía las casas.
Era costumbre el usar unas pequeñas astillas como complemento del tronco de Navidad. Astillas que se solían elegir en el desván del caserío, y se apilaban cuidadosamente junto al fuego. En muchos lugares era el padre o el abuelo, quien comenzaba con el ritual, introduciendo en el fuego las astillas de forma nominativa, tras bendecir la mesa y realizar una oración. En otros casos el padre comenzaba introduciendo una astilla, para acto seguido, cada miembro de la familia realizar la misma operación en orden de edad, terminando por el más pequeño de la casa. Remataba el ritual el padre que metía en el fuego una astilla más para los pobres y ausentes. En determinados lugares a estas astillas se les ataba el nombre de la persona a la que representaba, y en caso de que alguno falleciese, se colgaba esa leña junto a la cama.
Este tronco recibe variados nombres como “Chubilaro” en el valle del Romanzado, “Pago mozkorra” en Azkarate; “Suklaro egurra”, en la zona de Salazar o “Tronco de Dios” en el valle de Ollo, por citar algunos.
ORIGENES DE OLENTZERO
En Oiartzun, este tronco se llama “Olentzero enborra”, curiosa forma, que nos lleva a pensar en el mítico carbonero que deja regalos por estas fechas a los habitantes de la casa. Y es que cuando hablamos de Olentzero, estamos ante los rescoldos de un antiquísimo culto arbóreo, que de alguna forma, tomó la forma de este tronco de Navidad, y a lo largo del tiempo evolucionó hacia el personaje que conocemos actualmente. No es casual, que Olentzero se presente como un habitante del bosque, un carbonero, que aparece una vez al año, para retirarse a lo más profundo de la floresta, el resto del ciclo anual. Tal vez sea, de alguna forma, la representación de un espíritu protector del bosque.
El nombre de Olentzero, haría referencia, no solo al personaje, sino al propio ciclo festivo. Según algunos estudiosos, el término Olentzero sería una variante de Onentzaro, algo así como “la sazón de los buenos”.
En muchas zonas como en el valle de Larraun, a Olentzero se le define como un hombre de 366 ojos.
En Elduain o en Oiartzun, Olentzero es tenido como un ser peligroso que desciende por la chimenea para cortar la cabeza a los moradores con una hoz. Quizás estemos aquí en un intento de cristianizar este símbolo protector del bosque, que es el tronco solsticial, dotando de elementos negativos al mismo.
Este tronco, vendría, en definitiva, a representar la luz, la renovación del solsticio, así como un arcaico culto a los árboles y el bosque, que hunde sus raíces en los viejos rituales, de cuando, nosotros, también fuimos bosque.
EL TRONCO DE NAVIDAD EN EUROPA
La tradición del tronco, no es exclusivo de nuestra tierra, en la praticamente totalidad de Europa, se daba este arcaico ritual. En Galicia, tomaba el nombre de “Tizón de Navidad”; “Nataliegu” en Asturias; “El Travesero”, en Cantabria; “Tronca de Navidad” o “Tió”, en el área pirenaica y Cataluña; “Nochebueno”, en la zona central de Península Ibérica; “Madeiro de Natal”, en Portugal; Der Christbrand”, en Alemania; “Souche”, en Normandía, o “Kef de Nedelek”, en la Bretaña Francesa. Sin olvidar la tradición del “Yule”, en los países del Norte de Europa.
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